Diario B: «Me duele la amistad (II)»!, (Reflexiones)

Me llegan siempre en un sobre manila formato americano. Son cosas que llegan a su casa, donde viví un tiempo, alguna factura telefónica antigua, o publicidad del banco, o de la asociación de la prensa. «Things». Con ella llega una postal comprada algún día en algún sitio con la intención de que será regalo. La veo haciendo el gesto, repetido porque es parte de su forma de ser, metiendo la postal en el sobre después de haberse acercado a correos a por sellos apropiados. En la parte de atrás su firma para los amigos. Sí, me considero amigo suyo y su amistad un privilegio.

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«De todas las cosas que la sabiduría provee para hacer la vida completamente feliz, la más grande de todas es la amistad».
– Epicuro –

El psicólogo Massimo Pigliucci, de la Universidad de Cluny, en «Answers for Aristotle: How Science and Philosophy Can Lead Us to A More Meaningful Life» -Respuestas para Aristóteles: Cómo Ciencia y Filosofía Pueden Llevarnos a Una Vida con Mas Sentido», reproduce la definición de, también filósofo, Robert B. Hays, sobre la amistad como la «voluntaria autointerdependencia entre dos personas entre dos personas a lo largo del tiempo, que tiene la finalidad de facilitar metas socioemocionales por parte de los participantes y puede incluir varios niveles de compañerismo, intimidad, afecto y asistencia mutua».  Una cosa es no tener -como yo clara una definición de la amistad por la cantidad de facetas desde las que la he vivido y experimentado, y otra cosas es poner la palabra «amistad» en una probeta de laboratorio.

Para mí el problema consiste en la «amplitud» con la que utilizamos -utilizo- un mismo término para definir relaciones muy distintas.

Tengo una amiga que conoce todo de mi y sintoniza enormemente con mi trabajo, pero no con mis ideas sociales o políticas. Es una amiga que siempre está ahí, a la que le debo muchísimo, pero a la que, a veces, muy pocas, pero a veces, me cuesta llegar. Eso no es ningún problema, naturalmente, pero ahora no está aquí… hablamos menos, la ayudo menos, me ayuda menos -pero más que yo a ella-, y compartimos trabajos creativos. Ha estado y sido testigo de mi vida, de una manera u otra. Creo que nos dedicamos menos tiempo el uno al otro de lo que deberíamos. Pero es opinión mía, y yo no hago demasiado para tomar la iniciativa. Es una Amiga con mayúsculas por muchas cosas. Hemos tenido discusiones y periodos en los que no nos hablamos -siempre culpa mía, creo-. Su dolor es en gran medida mi dolor y el mío lo ha sido suyo y lo mismo con la alegría.

Pigliucci afirma que datos empíricos demuestran que el compañerismo – el número de actividades realizadas en común- es, junto con la mutua reafirmación, las dos características que más favorecen que la amistad sea parte de un aumento de la felicidad personal. Y que lo demás son «adornos en el pastel». Estoy seguro en gran medida. Pero hay excepciones.

Tengo un amigo que conozco desde hace décadas y con el que he tenido poco contacto, pero cuya inteligencia, brillantez profesional, sentido del humor y bondad, le hacen ocupar un lugar muy especial en mi corazón. Es un amigo que me ha ayudado en algunos de  los momentos más difíciles de mi vida, con la ternura con la que se coge a un recién nacido. Sus opiniones suelen ser como un bálsamo para mí, y cuando difieren de las mías siempre me llevan a reconsiderar mi posición.

Tengo un amigo algo mayor que ha sido mi mentor sin que yo lo supiera y no ha dejado de trasladarme de forma consciente su conocimiento. Compartimos el cine, y el arte, pero no la literatura. «Ya sabes que sólo leo biografías»

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