Diana Zaforteza: Fuiste lo mejor y ahora eres lágrimas y memoria

Diana Zaforteza

No me leerás. Esta vez no. Ya no.

Fuiste lo mejor, representabas lo mejor, me quisiste -aún me parece imposible que te lo permitiera-, me respetaste -y también me hiciste aceptarlo-, te perdí. ¿Me lo puedo perdonar? No estás… ¿Cómo es posible? ¿A quien he conocido con tu inquietud con tu cultura profunda de substrato y rumor antiguo? ¿A quién? Recuerdo aquel día en la masía, con mi madre ojeando «Wildchilds» un libro que no podía leer pero que miraba curiosa… y aquel otro en el que vino un encantador de caballos y yo dejé la mano muerta sobre la madera del vallado y miré hacia otro lado, y aquella yegua, con la que me había reconocido en algún lugar donde las reglas de este universo no sirven y rigen otras, aquella yegua lentamente, se acercó primero, esperó y, finalmente, acercó el hocico a mi mano expectante y sopló sobre ella un aire profundo que decía «te reconozco». El estremecimiento, de aquel viento primigenio, de pronto, en el envés de mi mano. Tu hacías magia, porque pertenecías a esa raza que España apenas ya produce.

Tantas historias, Diana, tantas llamadas, tantas invitaciones, tanta generosidad.

Como aquel día en que sonó el teléfono y estabas, una vez más al otro lado, proponiendo. Poniendo siempre sueños en marcha en un país desde hace mucho en coma profundo.

– ¿Quieres entrevistar a Patt Hacket? Publico los diarios que Warhol le dictó.

– Claro. Claro.

– Viene en barco, no quiere usar el avión.

– ¿Puedo colarme en el barco con ella?

– Claro, ¿te reservo camarote?

Así eras. Entonces fui a esa otra España, la que merodea por las redacciones como soldados del imperio de lo mediocre a cambio de un puesto de poder, y propuse en Yo Dona la entrevista. Aún no tenía la confianza que luego tuve con Charo Izquierdo, que tanto te respetó también, y me contestó el general de invierno de turno ese día:

– ¿Y para qué tienes tu que viajar durante un mes con ella en el barco para hacerle una entrevista, no entiendo? Con que la entrevistes cuando llegue es suficiente.

Esa eras tú y esos son ellos. Supongo que, además de hacerme el favor de decir que sí a la entrevista a la mítica secretaria del dios del Pop (por decir algo de él), pensaría darle 4 pgs -una con publicidad- y pagarme 200€, que era a como estaba empezando a ir el quilo de esclavo periodístico. Le dije que no. Y no hubo entrevista. Hoy es serie de televisión, fabulosa, ¿la llegaste a ver?

Las dos Españas

Tu representabas como pocos para mí, una de las dos Españas, que no son esas de la bobada de la izquierda o la derecha… Sino la del esfuerzo, frente a la pereza, la del talento, frente a la mediocridad, la de la excelencia, frente a lo vulgar, la de la generosidad, frente a la corrupción, la España de Adriano o Trajano, la de Séneca, la de Machado, la de Ortega, la de Miguel Hernández. La España de la generosidad y el altruismo, frente esa otra que hoy lo gobierna todo, la gran admirada del presente; la del listillo, la del pícaro, la del «héroe nacional» de, cuanto mas bajo intelectualmente y en valores, mejor. La de Jorge Javier imperator y la de todas esas inmundicias berlusconianas que vinieron aquí para hacer «cash» destruyendo lo mejor de nostros mismos -lo que nos había unido en la Transición admirando, una vez más al mundo- para potenciar lo pero. Destruyendo para hacer caja.

Frente a ello siempre estuviste tu, Diana cazadora, Zaforteza fortaleza, aspiración, generosidad. Lo mejor de lo mejor del torrente patrio.

Y ya no estás. No estuve a la altura. No supe encajar, soy así de miserable. No te podía imaginar enferma. Tu lo notaste. Me notabas, como nota el sol la sobra persistente, y nos pasó el silencio. ¡El silencio! contigo que eras puro grito sosegado.

Y hoy Ignacio Burgos me pasa la noticia.

– No sabía. Hablé con ella y estaba rara. Tenemos que dar gracias cada día x estar vivos.

… Estar vivos, Nacho, es seguir siendo eco de los que nos habitaron y nos habitan. Estar vivos no es mucho más… y hoy es un poco menos, aunque reconozca que sólo la muerte nos hace eternos.

Te quise mucho. Te lloro. Te extraño. Te siento inmensamente presente. Siempre estarás a mi lado incitándome a ser mejor. A hacer mejor. RIP.