My Octopus teacher -Mi Profesor pulpo- es posiblemente uno de los más bellos documentales de vida salvaje jamás filmados. En el momento en que escribo esto, no consigo encontrar la crítica del New York Times, ni la del The Guardian (ya sí desde el 24) ni, por supuesto la de El País o el Mundo. No existen, no están, pero vendrán. O no, el error es de las cosas que más merecen la pena porque nos hace aprender. Aunque no creo que sea el caso.
My Octopus Teacher, se estrenó en Netflix el pasado 7 de septiembre y es el resultado de más de un año de rodaje -bajo el agua en buceo libre-, desencadenado por el encuentro y amistad entre un documentalista con una profunda crisis existencial -Craig Foster- y un pulpo común. Lo de «amistad» no es una figura retórica.
Todo empieza cuando Foster se sumerge un día en unas de las aguas más peligrosas del planeta en el Cabo de Buena Esperanza y descubre una forma surrealista imposible en el fondo marino. La sorpresa del científico es exactamente la misma del espectador «¿qué demonios es eso? «Eso» es una bola maravillosa -y obviamente artificial- de conchas de moluscos. Bellísima bajo la verde luz de los campos submarinos de algas. De pronto -spoiler- la bola se deshace y vemos que su autor es un pulpo que la había formado para ocultarse de un depredador. Tras seguirle durante un tiempo indeterminado, el documentalista piensa ¿y si vengo a verle cada día para que me descubra este mundo subterráneo desde sus ojos?
Ante los ojos del espectador se desarrolla una cinematografía profunda y sublime
Con lo que Craig no cuenta es con que, pasados los días, el pulpo, rodeado de depredadores, le acepte en su mundo. El momento en que el pulpo -la pulpa como se acabará viendo- extiende su tentáculo y le toca intencionadamente es abracadabrante. Y es sólo el comienzo: Ante los ojos del espectador continuará desarrollándose una cinematografía profunda y sublime en la que un pulpo corriente pasa a convierte en una de las criaturas más fascinantes que se han visto en un documental. Sus cambios de color, de forma -¿cuernos un pulpo?, su forma de ¡andar! con dos tentáculos, con tres, o con cuatro, su forma de cazar, de defenderse. Su persecución por un tiburón y las peripecias que corre para liberarse no sólo está cargada de emoción, sino que muestra una capacidad de improvisación que es difícil de imaginar si no es en la especie humana.
Más allá de la sorprendente amistad entre humano y pulpo -el primero tiene que subir a respirar con frecuencia-, está la belleza de las imágenes, la manera de asumir el océano, la lluvia, el frio. Esto no es National Geographic -que no sería poco- es que es mucho más. Hay documentales que -como cualquier obra de arte- están tocados por lo inefable. Este es uno de ellos y está dirigido por Pippa Ehrlich and James Reed. Me quedo con sus nombres, ¿de dónde han salido?
Sobre el rodaje: THE MAKING OF MY OCTOPUS TEACHER