Diario B: Tengo el suelo lleno de violetas muertas!!!

Miniatura obra Inicio Multimedia Ficha técnica Más obras Patinir, Joachim Dinant, 1480 - Amberes, 1524 Joachim Patinir, (Dinant, h. 1480-Amberes, 1524). Pintor flamenco. Nacido a las orillas del Mosa, es considerado como el primer paisajista flamenco. Sus amplios paisajes, muy característicos, presentan horizontes altos con extensas campiñas en las que destacan macizos de rocas puntiagudas, de caráct ... Ver ficha de autor El paso de la laguna Estigia 1520 - 1524. Óleo sobre tabla, 64 x 103 cm.

18:09. 10 de Enero de 2016

Hay hojas muertas, mariquitas rojas y negras que espantan a los malos bichos para las plantas, y, sobre todo, el suelo lleno de violetas muertas. Odin ha venido de visita y se ha llevado al sur de Islandia un trozo gélido de la nevara. En el techo, cirros cúmulos amenazan lluvia, pero sólo traerán viento y belleza. Le feullies mortes, es el otoño, que se ha colado por alguna parte.

Abrí la reja del jardín secreto y era una pradera blanca, pisada jamás, como la pradera en la que no-hacen el amor, los protagonistas de Eclipse, porque la intimidad de la piel es un desgaste de jabón de crema de Nivea y la intimidad del alma es un rincón profundo donde no toca quien quiere, sino quien puede. Las anemonas lo llenan todo, el interior de los armarios, el bajo de las camas, el interior de los abrigos. Nieva en el baño. Los vikingos preparan la guerra y al calor de las hogueras, hacen el amor y se Marcan con fuego el símbolo del animal que representa al amigo, ese que te cubrirá la espalda en la batalla, cuando esté a punto de descargar el golpe mortal que te llevará ante la presencia de Thor, pero los dos soltáis una carcajada y a sangre lo salpica todo, la cara, las espadas, la mazo. Pero no es nuestra sangre.

Fuera. El bosque aguarda en silencio. Una inmensa masa verde inabarcable a la vista. No se mueve ni una hoja, no hay sonidos de pájaros o de corzos esquivos que saltan cerca de la mirada de la madre. Ni siquiera jabalí o jabato se mueven en sus madrigueras. Winter is coming. Se acerca lo que tiene que legar. Coníferas bárbaras de un azul que avanza hacia el negro, miran la épica altura de los acantilados y el fragor imprudente del mar. Los barcos avanzan y el bosque, es una piedra verde, una esmeralda perfectamente oscura. El bosque espera, en una quietud que recuerda la muerte, Igdrasil, el árbol dios que sostiene lo 9 mundos si siquiera piensa: Es.

No hay noticias de los gigantes de Los gigantes de Jötunheim.

A orilllas del Asturia, el que ahora llaman Esla, una astur cayó seducida por un viquingo y tuvieron un hijo al que amaron gamur y que se crió entre lo desmás astures hata que llegarón los romanos y, en acto feroz cortó a su propio hijo en dos frente a un centurión romano de la Legio VII Gémina. Y separó en dos astures y viquingos para que lucharan contra el invasor y su sangre no se mezclara con las baldías aguas para el espíritu de ese mar caldeado y fértil que debilita el alma humana. Ese mar al que llaman el Marenostrum. La cénaga de la debilidad.

Cuando Legaron a Astúrica, la que llamaban augusta porque el propio emperador se desplazó para darle su sello, los romanos supieron que las cosas estaban acabadas y que todo estaba perdido. Tribus de alanos, germanos descencientes de los hijo de Odin, volvían a encontrarse con su propia sangre y sacrificaron muérdago e hicieron ramos para conmemorar el solsticio.

Todos miraban al norte, al bosque, al verde azul negro donde Igdarsill sigue sosteniendo los nueve mundos sin mover una sóla de sus hojas. Las raíces bien fijas en el inframundo y la copa alzándose enseñoreando la bóveda que lo cubre todo.

Ha caído la noche de pronto, son ya, aquí en Tossa las 18:31, pero en León, en las tierras de Astures y Visigodos, aun cae un sol que camina hacia Finisterre por el Camino de Santiago. Sobre los altares celtas se alzan los cruceiros. Sobre los mediterráneos catalanes, el Emperador puso sus Marcas, para que el musulmán de arena y la Égida no pasara y puso su propia sangre franca al frente de los condados. Doña Berengela, hija del Conde de Barcelona, partió para León para hacer nupcias con el que llegara a ser, por un momento, emperador de las Hispanias.

No hay tramontana. Y el Mediterráneo  suena a cálido sur y a tiempo de comerciantes. En el suelo, en medio de las violetas muertas que no han dejado de acumularse y alzan ya varios metros sobre el frio suelo de un invierno extrañamente frío, unas rosas rosas, se vuelven hacia un libro de Tournier que hay sobre la mesa blanca. Creoente, es San Critobal que lleva en hombros, sobre las aguas de la laguna estigigia, al pequeño Michael Tournier, que ha escapado definitivamente del Mediterráneo y su podedumbre de comida abundante. Sirios, Madedónios, Griegos, Tuaregs, y los árabes que llegarón a tocar el círculo de odin con los Unos atravesando la tundra inmensa que conecta con los nortes fríos de los fiordos, miran en silencio hacia Iggdrasil. El Caliz de Urraca puede que sea el Caliz del Cristo. Todo el mundo visigodo tiembla. Toledo se aferra a su la misa de cuando se inventaron los primeros concilios en la tierra de los godos.

Dormiré profundo. Quizá venga la fiebre de este catarro que me amenaza febril. En la terraza, un Velón, vibra a la noche, y la abuela Josefa, la abuela de la abuela, Josemfa, de la bisabuela, dice simplemente «muchos cabiquinos de vela hacen un Cirio Pascual» y mientras caen las bombas fascistas sobre la Felguera, una de las hijas permanece junto a la madre, matriarcal, en un rito astur, o godo, de permanecer con gea. La diosa madre, en sus últimas horas.

Todo acaba, para que el tiempo, que es círculo empiece de nuevo. Los nueve mundos se consumen, en el continuo cambio del que habló Marco Aurelio, el emperador sabio. En el centro, en el Caliz de Doña Urraca, quizá si, quizá no, haya un resto de sangre última del Cristo que va dejando paso al fin de los tiempos.

Wagner, termina su opera, Heidegger su Ser y Tiempo y Monsier Tournier, el germanófilo, se deja querer por Creonte, galopando sobre sus hombros hacia el paraíso del norte.

Winter is here.

 

18:51 del 20 de Enero del 2016

 

Y, Platinir, robó los verdes y los azules al mismísimo Odín..