El 7 de mayo de 1945, Alemania se rendía y llegaba a su fin la II Guerra mundial en suelo Europeo. Sólo 12 años después, el 25 de marzo de 1957 las potencias enemigas -por un lado Alemania e Italia, y por otro Francia, Bélgica, Luxemburgo y Los Países Bajos, firmaban los Tratados de Roma, por los que constituían al libre mercado como base de la amistad y cooperación entre antiguos enemigos. Nadie podía entonces imaginar que 60 años después, viviéramos en una Europa sin fronteras. Fueron los Nacionalismos, el Alemán, el Italiano y el Japonés quienes sumieron a Europa -y al mundo- en un baño de sangre como la humanidad no había conocido con anterioridad. Hay ideologías que construyen, y las hay que destruyen, el nacionalismo es una de ellas. Junto con la religión, es la mayor fuerza para apelar a los sentimientos del ser humano de forma irracional.
Hoy, con un nacionalismo creciente a los dos lados del Atlántico, algunos europeos callamos, mientras otros consideran que dos guerras mundiales no han sido suficientes y que pequeños estados como Francia o el Reino Unido -¿100 millones de habitantes?- podrían plantarle cara a un régimen como en de China, que cuenta, no sólo con 1.500 millones de personas, sino con el ejercito de tierra -listo para ser movilizado- no más grande del planeta, sino el más grande, posiblemente, que ninguna coalición pudiera poner en el frente.
Están, claro, las armas nucleares, Francia y UK lo son… pero también China, cualquier escenario bélico -apoyado con votos «del pueblo»- desafía cualquier intento de razonamiento. Sin embargo hay muchos europeos que están en eso, y, lo están, por las mismas razones que lo estuvieron los alemanes arrojados a la carnicería más grande que su país haya conocido: el nacionalismo, el «otro» como enemigo, y la máquina propagandística difundiendo como hechos, lo que son falsedades. Le llaman la era pos-factual y no es, sino, una nueva vuelta de tuerca al miedo de la gente común. Contra todo ello, se han congregado hoy en Roma, los representantes de 27 países europeos, el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Parlamento Europeo para hacer una brevísima pero contundente declaración denominada ya la «Declaración de Roma«.
Frente al periodismo mentiroso y de resúmenes, la pongo aquí entera -son apenas dos páginas, 1064 palabras-, son palabras de construir y no de destruir, de futuro y no de pasado. Los cantos de sirenas, siempre prenden bien en los jóvenes, que desconocen el peso de la muerte, y que son la carne necesaria para abonar el odio al otro que son, al fin y al cabo, los nacionalismos y los integrismos religiosos violentos.
En fin, aquí va, no dejéis que os lo cuenten, es tiempo de sueños y no de pesadillas. Una declaración que es «Programa». Las negritas son mías.
Declaración de los dirigentes de veintisiete Estados miembros y del Consejo Europeo, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea
La Declaración de Roma
(25 de marzo de 2017)
Nosotros, los dirigentes de veintisiete Estados miembros y de las instituciones de la UE, nos sentimos orgullosos de los logros de la Unión Europea: la construcción de la unidad europea es un empeño valiente y de amplia perspectiva. Hace sesenta años, recuperándonos de la tragedia de dos guerras mundiales, decidimos unimos y reconstruir nuestro continente desde sus cenizas. Hemos construido una Unión única con instituciones comunes y valores firmes, una comunidad de paz, libertad, democracia, derechos humanos y Estado de Derecho, un importante poder económico con niveles de protección social y bienestar sin precedentes.
La unidad europea, que dio comienzo como el sueño de unos pocos, se convirtió en la esperanza de muchos. En ese momento Europa volvió a ser una. Hoy estamos unidos y somos más fuertes: cientos de millones de personas en toda Europa se benefician de vivir en una Unión ampliada que ha superado las viejas fracturas.
La Unión Europea se enfrenta a retos sin precedentes, tanto mundiales como interiores: conflictos regionales, terrorismo, presiones migratorias crecientes, proteccionismo y desigualdades sociales y económicas. Juntos estamos decididos a hacer frente a los retos de un mundo en rápida mutación y a brindar a nuestros ciudadanos tanto seguridad como nuevas oportunidades.
Vamos a hacer a la Unión Europea más fuerte y resiliente, mediante una unidad y una solidaridad aún mayores entre nosotros y el respeto de las normas comunes. La unidad es una necesidad y nuestra libre elección. A nuestros países, tomados uno a uno, la dinámica mundial los condenaría a la marginación; permanecer unidos es nuestra mejor posibilidad de influir en ella y de defender nuestros intereses y valores comunes. Actuaremos juntos, a distintos ritmos y con distinta intensidad cuando sea necesario, mientras avanzamos en la misma dirección, como hemos hecho en el pasado, de conformidad con los Tratados y manteniendo la puerta abierta a quienes quieran unirse más adelante. Nuestra Unión es indivisa e indivisible.
En los diez próximos años queremos una Unión más segura y protegida, próspera, competitiva, sostenible y socialmente responsable, que tenga la voluntad y la capacidad de desempeñar un papel fundamental en el mundo y de modelar la globalización. Queremos una Unión en la que los ciudadanos tengan nuevas oportunidades de desarrollo cultural y social y de crecimiento económico. Queremos una Unión que siga estando abierta a los países europeos que respeten nuestros valores y se comprometan a promoverlos.
«Nuestra Unión es indivisa en indivisible».
En estos tiempos cambiantes, conscientes de las preocupaciones de nuestros ciudadanos, nos comprometemos con el Programa de Roma y prometemos trabajar para conseguir lo siguiente:
- Una Europa segura y protegida: una Unión en la que todos los ciudadanos se sientan seguros y puedan circular libremente, donde nuestras fronteras exteriores estén protegidas, con una política migratoria eficaz, responsable y sostenible, que respete las normas internacionales; una Europa decidida a luchar contra el terrorismo y la delincuencia organizada.
- Una Europa próspera y sostenible: una Unión que genere crecimiento y empleo; una Unión en la que un mercado único fuerte, conectado y en expansión, que asuma la transformación tecnológica, y una moneda única, estable y aún más fuerte abran vías de crecimiento, cohesión, competitividad, innovación e intercambio, especialmente para las pequeñas y medianas empresas; una Unión que promueva un crecimiento sostenido y sostenible, a través de la inversión, las reformas estructurales y el esfuerzo por culminar la Unión Económica y Monetaria; una Unión en la que las economías converjan; una Unión en la que la energía sea segura y asequible y el medio ambiente limpio y seguro.
- Una Europa social: una Unión que, basada en el crecimiento sostenible, promueva el progreso económico y social, así como la cohesión y la convergencia, al tiempo que defiende la integridad del mercado interior; una Unión que tenga en cuenta la diversidad de los sistemas nacionales y el papel fundamental de los interlocutores sociales; una Unión que promueva la igualdad entre mujeres y hombres, así como los derechos y la igualdad de oportunidades para todos; una Unión que luche contra el desempleo, la discriminación, la exclusión social y la pobreza; una Unión en la que los jóvenes reciban la mejor educación y formación y puedan estudiar y encontrar trabajo en todo el continente; una Unión que conserve nuestro patrimonio cultural y promueva la diversidad cultural.
- Una Europa más fuerte en la escena mundial: una Unión que siga desarrollando las asociaciones existentes, creando otras nuevas y promoviendo la estabilidad y la prosperidad en su vecindad inmediata al este y al sur, y también en Oriente Próximo, en Africa y en el mundo; una Unión dispuesta a asumir más responsabilidades y a ayudar a la creación de una industria de defensa más competitiva e integrada; una Unión comprometida con el refuerzo de su seguridad y defensa comunes, también en cooperación y complementariedad con la Organización del Tratado del Atlántico Norte, teniendo en cuenta las circunstancias nacionales y los compromisos jurídicos; una Unión activa en las Naciones Unidas y que defienda un sistema multilateral basado en normas, orgullosa de sus valores y protectora de sus gentes, que promueva el comercio libre y justo y una política climática mundial positiva.
Para ello perseguiremos estos objetivos en la firme creencia de que el futuro de Europa está en nuestras manos y de que la Unión Europea es el mejor instrumento para lograr nuestras metas. Prometemos escuchar y responder a las preocupaciones expresadas por nuestros ciudadanos y cooperaremos con nuestros Parlamentos nacionales.
Para fortuna nuestra, estamos unidos. Europa es nuestro futuro común.
Trabajaremos juntos al nivel que suponga un avance real, tanto si es en la Unión Europea como a escala nacional, regional o local, y en un espíritu de confianza y cooperación leal, tanto entre los Estados miembros como entre estos y las instituciones de la UE, en consonancia con el principio de subsidiariedad. Dejaremos el margen de maniobra necesario a los distintos niveles para reforzar el potencial de innovación y crecimiento de Europa. Queremos una Unión grande para las grandes cuestiones y pequeña para las pequeñas. Promoveremos un proceso decisorio democrático, eficaz y transparente y una mejor ejecución. Como dirigentes, trabajando juntos en el Consejo Europeo y entre nuestras instituciones, velaremos por que se aplique el programa de hoy para que llegue a ser la realidad de mañana. Para fortuna nuestra, estamos unidos. Europa es nuestro futuro común.