Festival de otoño en primavera 2012 de la Comunidad de Madrid: El demonio se enfada con el Comunismo

Festival de Otoño 2012

 

 

Comía yo un día con mi amigo AFR y mi amigo Iliya Dimitrov Yovov –búlgaro-, en un restaurante de la calle Hortaleza y hablaba mi amigo 1 de las bondades del Socialismo y de la intervención del estado en la Cultura, y menudencias así. Iliya –amigo 2-, de por sí poco hablador, se llevaba repetidamente la cuchara a la boca en silencio hasta que, en un momento de la conversación, detuvo la cuchara en algún lugar entre boca y plato y lanzó a AFR una pregunta poco curiosa ¿tú has vivido alguna vez en un país socialista?… y AFR contestó… con franqueza: «no». Iliya dejó caer un «yo sí» y continuó comiendo. La conversación cambió de rumbo.

A ver, día dos, esto –El Maestro y Margarita, de Complicité- empieza a las 12:30 y acaba a las 4 de la tarde. Luego veré, a las 6 The Suit –El Traje- de Peter Brook. Nada es fácil, porque aún no he terminado de procesar el Lepage de anoche –al que he dado más vueltas de lo que pensaba- y me encuentro de bruces con el horror. Con descanso, eso sí. A ver, la versión de «El Maestro…» tiene tres minutos iniciales que son espectaculares y apuntan a un teatro blanco, un teatro a la Pina Bausch, o a la Alain Platel… Error. Es una de las apuestas del Festival… y es teatro serio, riguroso –casi rígido diría yo-, donde los actores son y están impresionantes y, a veces, parece que alguno se aburre en la declamación impecable. Vídeos, proyecciones -¿me repito? Ellos, desde luego-. Y todos van de un sito a otro y se mueven mucho y yo me enfrento al horror de estar a punto de dar una cabezada. Cuando llega el descanso, pienso que ya han pasado las tres horas y que nos vamos. No. De irse nada: hay una segunda parte. Y en esa segunda parte se pone mucho orden en todo y nieva. Hacía falta esta nieve sobre la obra para que hubiera un momento de quietud mecido por la caída de los copos. Y hay momentos maravillosos en los que uno quisiera acabar de llegar, aunque a la actriz se le esté acabando la voz, y lo suyo sea ya un desgarrarse –imposible no pensar en que le queda una segunda función-.

La obra va del demonio, que se pasea por Rusia molesto de que se dude de que Cristo existiera. Y es todo una locura… y no porque haya escenas que pasen en un manicomio, que pasan, sino porque son tantos planos que uno –común mortal- no sabe por donde tirar. Hay donde rascar, claro… pero, de dos, dos: Mucho teatro y poca emoción. Y es que, como dijo una vez, Pina, «yo trabajo no para lo que mueve, sino para lo que me conmueve». Al público le fascinó… mucho más que Lepage… el ‘tour-de-force’ actoral pesa sobre todo lo demás. O es que, quizá, yo esté en otra sintonía… La obra está llena de clics entre dos tiempos donde los diálogos se superponen y las frases tienen sentido en dos vidas separadas por casi 2000 años. Pero luego, ambas, son sólo frases de una novela que pasan en una novela que se ha llevado al teatro y es como que hay un tercer clic y ahí es donde yo empiezo a no llegar, con una trama compleja –muy compleja-. Naturalmente que hay efectos bellísimos, pero cuando uno utiliza cañones para matar moscas es mejor acertarle a la mosca en la cabeza o se corre el riesgo de patinar; o lo que es lo mismo: interpretación menos efectos especiales, igual a… Mejor teatro. Y entendámonos, no es mal teatro, es muy bueno… pero fracasado… Creo.

Dia 3: Théâtre des bouufes du Nord -The Suit (El traje), de Can Themba, Mothobi Mutloatse y Barney Simon / Francia / Teatros del Canal, Sala Verde – 20.30 horas.