H ace tres días, con una persona a la que tenía un gran afecto que creía compartido, tuve un pequeño desencuentro sobre lo que es «trabajo» y lo que es «perder el tiempo», para ella, On.ignorance es perder el tiempo. Para mí On.ignorance es la herramienta con la que he podido por primera vez dar cauce con continuidad a mi necesidad creativa.
N o tengo amigos en Tossa. Hace unos meses creí tenerlos, pero fue un completo error producto de mi inmadurez. Hay estudios que dicen que las personas creativas mantienen a flor de piel el niño que son. Yo lo creo así. Estoy convencido de que soy una persona generosa… otros pensarán de otra forma. Desde que me retiré a Tossa he acabado viviendo con una pensión de 600€ de los que, pagando deudas, me quedo con unos 300€, con los que tengo que pagar gastos y comer. La solución de salir de este entuerto es vender. Vender las cosas que tengo y que han sido importantes para mí. La más importante de todas ha sido mi Canon 5D, una cámara que compré por unos 3000€, cundo aún tenía algo de dinero. Me cuesta concebir claramente la vida sin tener acceso a la fotografía, pero como no estaba bien… hacía tiempo que no la usaba y estaba entre la listas de las cosas para vender. No se si hubiera sido capaz… pero cuando tienes «0» € en el banco y estás a 7 de mes, te lo replanteas todo. Es caso es que la dejé a quién creía un amigo -me pareció normal porque creí que podría disfrutarla y sacarle mucho provecho porque tiene un talento enorme-. Luego pasaron los meses sin ningún contacto, y me di cuenta de que donde yo veía amistad había otra cosa al otro lado del frontón. Entonces hice lo más absurdo para todo el mundo pero lo más lógico para mí: le regalé la cámara. Nunca pongo lo material por encima de las emociones… si perdía el amigo la cámara era un precio barato por haberme engañado y haberme hecho sentir acompañado en mis rarezas en algún momento. Un cuadro, un poema, un dato científico, una confidencia… Sólo espero que no haya pereza y que de fruto porque talento hay, queda en buenas manos, quizá mejor que las mías, pero no se si tan amorosas por el ser humano.
Una de mis sobrinas ha tenido dos mellizos maravillosos y donde había a veces un rictus de amargura, ha aparecido una sonrisa que al verla no puedo evitar llorar -soy un llorón-, no sólo por lo que la quiero, sino porque es una de esas sonrisas que se dan en un momento de felicidad total. Sólo me pidió una cosa… que le hiciera fotos a los niños. Me quedé helado, porque ya no tengo cámara, se fue con el amigo que no fue. Le mande un WhatsApp para decirle si me la prestaba y me dijo que «por supuesto». Llevaba tiempo sin responder a mis mensajes. Ya suena patético… yo prefiero entenderlo como naif y como un problema mío con el cosmos. Desde entonces no ha habido ni un sólo mensaje.
Buscaré otra cámara.
Tenía otro amigo en Tossa… alguien que me dio mucho y a quien debo mucho. Para siempre. Pero que ya no es mi amigo por una decisión que él tomo en algún momento… El caso e que tras una semana bastante feliz… Llegó desde Londres el desencuentro y con él el silencio total. Ni los no-amigos de cerca ni los amigos de lejos han dado señales de vida en estos días. Ni la familia. Vivo con mi madre de 89 años, pero el teléfono permanece silencioso. Sobrinos, sobrinas -con una excepción- hijas, viven sus vidas atareadas sin tiempo para llamar a los Zombies, los que creen que están vivos. Silencio.
Llevo dos días en la cama. Y sin poder escribir. Cuando se produce un desencuentro grande y coincide con una situación económica complicada, la depresión se instala y con ella todos los miedos vuelven. Me tomo dos trakimazines -con permiso de la psiquiatra- y duermo para protegerme de mi cabeza y de mi corazón pasado por la trituradora.
A veces me pregunto si yo tengo alguna responsabilidad en este campo de concentración en el que me encuentro metido. He tenido tantos, tantos amigos. Tantos… y hoy sólo queda el erial. ¿Qué ha pasado? Tossa ha sido para mí la maldición, el sitio donde podría escribir una nueva versión de El Extranjero, escribí una carta que no mandé a los sobrinos sobre sus orígenes, sobre su abuela Palmira -el ser que más he querido después de mi madre, el ser que nos recogió a mi hermana y a mí cuando no teníamos casa-, en ella les hablaba de la historia familiar que pasaron en ese extranjero con el que ellos no sienten ninguna vinculación… de la casa de la abuela Ramona con cuya venta se compró aquí en Cataluña el apartamento en el que ahora vivimos mi madre y yo. No la mandé. No creo que les interese… los hay que viven a 100 m y en meses -años- no pasan a ver a su abuela, que vino de tan lejos para ayudar a criarlos cuando eran pequeños. Claro, no es que mi familia y mis amigos no cuenten conmigo para nada, es que no cuentan para nada con su mi madre. Hoy tengo techo, un sofa, porque cuido a mi madre y la mitad de los gastos, la otra mitad ella de su pensión. Su sordera es casi total, pero nadie regala 100€ € para que se pueda comprar unos aparatos y recupere el oído. Son demasiados gastos en demasiadas fiestas y cenas en un mundo donde el dinero no es escaso, pero las prioridades lo son. Dentro de nada es San José…. vernos los regalos que recibe… ella, que tanto dio. Hay una perra bien cuidada en la que se gasta m´s tiempo y dineros que en la abuela, pero eso son cosas normales en los tiempos en los que vivimos.
Los años de Franco no fueron años fáciles. Y la abuela Palmira gritaba por las noches por la artrosis. Trabajaba como una burra para sacar adelante a sus hijos «a mis nietinos que veo tan poco». Si supiera que su estirpe se acabó con esos nietines. Uno le salió maricón y otros… extranjeros.
¿Que dice de ti que estés absolutamente sólo?: Supongo que eres un monstruo. Todo el mundo no se puede equivocar. La abuela se apaga en soledad. El sol que tanto brilló, es despreciado por un mundo que va a lo suyo y los viejos que no tienen dineros poco pueden darles ya.
El tío… el amigo… Está seco ya. Es la imagen viva del fracaso. Morirá un día, sólo en algún sitio de beneficencia o en algún sitio al aire libre posiblemente de frío. Como decía Machado «al fín nada os debo, debéisme cuanto he escrito». Pequeño problema. Ya no se lee, los jóvenes están en destruir y creen firmemente que el agua siempre ha salido del grifo, y no han visto las rodillas de las mujeres que iban a lavar al rio, con el agua helada, la taja, y la pastilla de jabón.
Un día la vida es un éxito y otro un fracaso. Mira que tubo mala suerte Amy de que cantará tan bien.
Qué dirán de mí el día que me vaya: se fue el monstruo. Ni de mi padre lo dijeron. Yo salí peor.