(excerpt en el discurso)
Ayer estuve con un amigo que me hizo tres regalos: su compañía, un sitio espectacular y mágico que sólo podía haber venido de él, y música. Es un amigo nuevo, que llega a una edad donde es más difícil hacer amigos… Era de noche ya, y hubo conversación y cena en medio del viento y del paisaje. El sitio fue tan bonito y el momento tan especial que no hicimos ni una foto. Hacer una foto requiere salir de la vida un momento en un estado de autoconsciencia y pararla e «inmortalizarla» en algo muerto que dará vida al recordar el instante. Una petite mort. Pero, ayer, la vida no se detuvo, fue sólo eso en toda su pureza, vida. El archivo no es visual, sino vital. Una experiencia. Algo que se recuerda de otra forma. No deja de ser curioso que mientras reflexiono en alto sobre la amistad, la amistad «pase». Y, hoy, al reflexionar, y escribir sobre el momento, pienso que uno de los componentes de la amistad es la complicidad. Los momentos compartidos y los pedazos de memoria vital común.