Así, rápido. Vuelvo de un viaje iniciático de 5 días al corazón de la magia. Salía ayer de Sevilla a las 11 y llegue a casa a las 11. 12 horas de viaje. Atravesando mi país de Sur a noroeste. A las 5 me despierta el dolor de garganta, me levanto y escribo febril sobre el amor a mi tierra, a lo mío, a mis gentes, a lo que soy, a lo que fueron los que dejaron el agua saliendo de los grifos y la calefacción del invierno. A mi abuela Palmira, asturiana, con una piel de leche de alguna raza ignota. Al dolor de su artrosis mientras levantaba la casa, y dormía con el nieto que al que resguardaba de un padre enfermo. A mi abuela Ramona, leonesa de Valporquero, a quien apenas conocí, pero que es la semilla de la casa que habito. Todo ha fluido y la magia lo ha llenado todo. Tratos con ángeles y demonios. Madrid, mi Madrid, su arte escondido, sus tejados humildes, sus monjitas suaves, su aire peligroso donde el cristal ha hecho su presencia. Mañana de ortigas y nardos. Agotado. Entusiasmado. Ilusionado. Desbordado.

nicanorcardenosa