PHI: Por fin la crítica, «auch!»

Phi, un viaje del cerebro al alma. Giulio Tononi. Phi, un viaje del cerebro al alma. Giulio Tononi.

Vivimos extraños tiempos, de un nuevo barbarismo donde las masas viven cada vez más enajenadas por la aparición de fenómenos cuyos precedentes en la historia de la Humanidad sólo pueden encontrarse en tiempos míticos o pre-míticos, aquellos en que el hombre se encontró con la herramienta, el fuego, o el lenguaje.

En un tiempo primigenio, la especie humana pasó de ser animal a ser «Persona», en el sentido filosófico desarrollado por Julián Marías, en cuanto ser social, cuya evolución ya no es sólo genética, sino histórica (si la Historia y la cultura son parte de la evolución genética corresponde a otra discusión) y fue en ese tiempo en el que se desarrollaron todos los mitos -salvo el de esa bola azul flotando en el espacio que llamamos Tierra-, el único según Campbell, que no poseyeron nuestros antepasados remotos. En el presente, incluso la ciencia ficción, parece haber perdido la capacidad para establecer posibles futuros, ya que el ser humano parece que capaz de imaginar de forma linealmente predictiva, pero no está claro que lo sea de forma exponencialmente predictiva » (How to Think Exponentially and Better Predict the Future). Y en el ámbito de la ciencia y la tecnología, exponencial es la medida de suceso y progresión de los acontecimientos en nuestro tiempo: La capacidad de edición genética, la de comunicación directa entre máquina y cuerpo -hacia el hombre biónico-, la realidad de una memoria e inteligencia expandida a través de la máquinas cuyo precedente más primitivo puede ser el iPhone -no se trata de si usamos mucho o poco el móvil sino de que mientras exista algo semejante o algo infinitamente más poderoso y desarrollado, seremos seres expandidos en lo racional y, posiblemente en lo vital-, los descubrimientos a nivel de la física en los ámbitos de la relatividad y lo cuántico, los avances en medicina en campos con no más de un par de décadas de existencia -operaciones de precisión sobrehumana practicadas por robots, por ejemplo-… Y la neurociencia, y sus estudios sobre el hecho de la consciencia en sí, o sobre la memoria….

PHI del neurocientífico Giulio Tononi, es un reencuentro con un nuevo tipo de renacimiento que, posiblemente, esté sucediendo ya aunque no seamos conscientes de ello al igual que Giotto o Petrarca no lo fueron. Sin embargo, este segundo renacimiento del Siglo XXI, lo es en cuanto al regreso a la exploración de formas de conocimiento no racional si las hubiera, y en cuanto a la intima unión entre ciencia y tecnología y arte.

En este sentido, Tononi, en su particular Humana Comedia, viaja hacia el hecho de la consciencia definiéndola como la unidad básica de información para la viabilidad de «ese tipo de realidad» en palabras de nuevo de Marías, que llamamos «la Persona Humana«. PHI, en mayúscula, es el símbolo de la una constante física que se conoce popularmente como «la proporción aurea». Para Tononi, PHY el mínimo de información que se puede alcanzar de forma integrada -pg. 164-. De lo cual deducen los personajes del libro que la conciencia es una cebolla, bueno, de forma más precisa, como una cebolla cuyas capas se pueden ir pelando sin que deje de ser una cebolla; hasta que se encuentra el centro que ya no puede ser pelado-cortado sin que dejemos de tener en las manos una cebolla. Es decir «la conciencia no es una cebolla, sino el corazón de una cebolla!»

La profusa utilización del arte -fotografía, escultura, literatura, pintura…- en la narración científica, dota a «PHI» de una particularidad propia, al incorporar la belleza como fuente de conocimiento no racional -mis palabras no las de Tononi-, dejando intuir la necesidad de éste junto al racional para poder intuir las realidades que componen este «bicho» tan particular que llamamos ser humano.

La forma literaria de Tononi, de narrar la investigación científica -Ortega decía que la novela es la forma propia de la filosofía-, no se si pone las bases, o consolidad alguna ya existente, para la posibilidad de una imaginación exponencial, si es que esto es posible en la actual especie humana o, en su defecto, en esa otra especie que resultará -o no- de la evolución de la nuestra.

Finalmente, más allá de la aseveración o refutación de la rigurosa tesis que fundamentan sus investigaciones en neurociencia y en teoría de la consciencia, uno puede entretenerse y deleitarse en este portentoso trabajo, donde los no iniciados podemos descubrir hechos asombrosos sobre la realidad de lo que la ciencia sabe de nosotros mismos en este faro maravilloso sobre el océano oscuro y apasionante de la ignorancia que parece ser una fuente de energía infinita para ese motor del ser humano en su devenir histórico cual es: la curiosidad.