La estafa del segundo: Happy moment!

1:24 am. January 2016. Weird moment.

La tele lleva tiempo apagada, la familia también. Incluso los amigos. Yo encendido. Aquí está el silencio, como un útero cariñoso, afuera la noche, la mía: no hay otra.  Apagada, la gran esfera que habito. Creo que todo fue más o menos así:

Hubo un tiempo en el que estaban los sentidos, y un lago era un lago, y un árbol un árbol. Y lo sabíamos todo, porque éramos absolutamente ignorantes de todo. Era el Sol, y luego la Luna y vio el hombre que todo estaba bien; pero al contrario que Dios, como no conocía el tiempo, no descansó, sino que cortó el árbol y del árbol creó el palo. Y cortó el Sol de la Luna y del Sol y la Luna creó el día. Y no descansó. Y vio el hombre que el palo era bueno y que el día era el tiempo y que en el tiempo estaba el palo y que los sentidos tenían sentido. Y no descansó. Cortó el palo, y lo volvió a cortar, y lo cortó una vez más, y otra, hasta que no pudo cortar de nuevo. Y así creó el hombre el milímetro y el segundo. Y no descansó. Creó las siembras y las guerras, y reprodujo a los animales y los juntó a su albedrío e hizo lo mismo con los ríos, y los paró y creo nuevos lagos que no eran ya lagos. Y no sólo no descansó, sino que curó la enfermedad, y exploró el mundo y lo pobló y evitó que la mujer muriera en el parto, y llenó las ciudades de ciudades, y las superpobló y dio de comer a muchos más de los que habían comido jamás, y el hambre creció. Y, por fin, no sólo consiguió el hombre cortar más y más el palo, sino que lo cortó tanto que lo corto hasta el átomo y cuando llegó al átomo… lo cortó. Y lo derramó, roto, sobre dos grandes ciudades, y donde había mucho, no quedó casi nada y el hombre, asombrado, no descansó. Y cortó y cortó y cortó hasta que encontró que no había nada que cortar, no que no pudiera ya, sino que entre materia y materia el hombre encontró la nada. Y la nada no se puede cortar. Y vio el hombre que los sentidos dejaban de tener sentido, y que la nada no estaba en el segundo ni en el milisegundo, ni el nanosegundo, sino que estaba infinitamente más allá: en el momento. Y que el momento sólo se podía medir con la vida. Más allá de la física, el hombre se encontró conque sólo podía medir la nada con el momento, y que más allá de la física, en la metafísica, la unidad de medida no era el segundo sino el momento, que no pasa en la física o en la biología, sino en la vida. Todo era inverso. El segundo era solo… un error. Este silencio, esta tele apagada, esta noche que late tras las cortinas, no es útero, sino emanación, yo no paso en ellas si no que ellas pasan en mí.

Al contrario que en la materia, la vida no admite cortes que lleven a la nada: No habría vida ni nada -como es el lenguaje de listo-. Tendemos a mirar la vida como una construcción de segundos, minutos, horas, días, meses y años. Un sinsentido de los sentidos. La vida no admite divisiones porque la vida está hecha de momentos indivisibles. Somos el momento, que al ser indivisible, hace la vida. Por eso el tiempo, queridos, es práctico para equivocarnos, pero fatal para explicar la vida. Ser y Tiempo decía Heidegger que en español se traduce en realidad por «estar». O estás, o no estás. Estoy, luego soy.

Vivir el momento es estar en el momento. To be aware of it, los momentos no pasan, están con nosotros para siempre, que es en lo que consiste la eternidad, nos constituyen y no se pueden extirpar, pero están de otra manera y eso es importante entenderlo. Eñ sonido súbito de la brisa frotando las hojas, una gota que cae del grifo, un respingo de un otoño que no ha llegado, el momento en la adolescencia en el que descubrimos que la vida tiene horizonte, el momento de la certeza del amor. Ese que no puede -salvo que erremos y ejerzamos violencia contra lo más profundo de lo que nos constituye- desaparecer, aunque otros momentos reconstruyan la vida de forma inesperada.

«1:24 am. January 2016. Weird moment. »  Habrás leído la frase en una hora determinada, de un día concreto, y habrás estado, en ese momento, el mismo momento en el que fue escrita. Por eso es lo que te quería desear… no «feliz 2016», sino felices momentos en los que te des cuenta de que lo son.

Ya, se me va la olla. 🙂