Camelias en la mañana: «conviene recordar-la»!

The Hours

 

She was wearing her camelias. At night. At the party. I own to Montserrat Caballé, to be suspended in time and space at one of her «pianos» in the duet o the bambini at «Norma«. But we should never, never, forget, how we felt the first time he heard her singing «La Traviata».

Una propuesta. Oír, para luego leer, y oír el sonido de esa voz que lee, «nuestra» voz no física. Va.

Todo es latencia de tiempo detenido. Las cosas que considerabas perdidas y están en los rincones de la mañana. Hay camelias blancas en la terraza y huele a laurel. Nada se mueve y, por un momento, ni siquiera, por apenas una fracción de momento, la vida es tal y como la escribió Virginia Woolf: eterna, no porque dure siempre, sino porque en el instante mínimo vital, está, sencillamente fuera del tiempo. Hay mirlos negros en las esquinas del mundo y suenan tambores de viento en el patio de los mediocres. Los tontos juegan a la política y los instantes, fluyen, despreciados por todos, salvo por los enamorados o por el subconsciente, ese archivo cuyo código de indexación no poseemos pero nos pertenece. Hay momentos de hiperconciencia, donde uno se toca a si mismo, entra en contacto, «con ese bueno amigo que siempre va conmigo» de Machado y en ese «segundo» que es fluir, porque nada «está» realmente, uno es. Aguas rubias, montes olorosos, nubes armándose tormentosas en algún lugar del norte. Un trozo de hielo se desprende sobre el azul oceánico y aterriza en una plaza de París. Mojado, empapado, caminando sabiendo que el silencio del Mundo es el eco del Universo. «¿Tienes hambre?» No. «¿Te preparo el desayuno?» Las cosas mínimas.

Hay momentos de hiperconciencia, donde uno se toca a si mismo.

Como en un cuadro de Magritte los amigos colgando al rededor, son el paisaje, el bosque se resuelve cuando uno dice «yo mismo». El dolor es la sustancia misma de la vida y la felicidad su reflejo. Hay ecos en los rincones de la neurociencia y en los de todas las cosmogonías. También en las cosas cuánticas con sustancia decantada de Mito. Decir «te quiero». O no decirlo. Nunca. No haber probado el viento de la voz, de las dos palabras más importantes de una existencia, no le quita un ápice, al fluir más profundo del Universo. El amor no es un eco, no es una recompensa, es el encuentro con el respeto al fluir de la propia vida. Mañana de camelias, tanto que hacer, y darse el tiempo. Apartar la prisa. Respetarse.

Nadie amado es un eco posible, es un destino. No entenderlo así, un asesinato.

No body can take away from you what belongs to you.