Estoy re-leyendo: «Meditaciones del Quijote» de Don José Ortega y Gasset (I)

Portada Aniversario. Meditaciones del Quijote, José Orega y Gasset

Cuando se cumplen los 400 años del aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, comienzo a releer -un poco asustado- una de las obras que más a influído mi vida. Descubrir a Ortega significó para mí descubrir que mi país, este que amo, porque no puedo dejar de hacerlo, no es un espejismo, ni sus gestas ni sus hazañas ni sus grandes hombres lo fueron. Existió Velázquez, y existen las Meninas, no son un invento mío, existió Quevedo, y Azorin, y don Miguel de Unamuno, el que le dijo a Millán Astray en la Universidad de la que era Rector, y rodeado de fascistas y legionarios… señalando el brazo perdido en combate del fundador de la Legión: «Usted quiere una España mutilada a su imagen y semejanza, pero no lo conseguirán. Vencerán, pero no convencerán», cuando Astray se echó la mano a la pistola, D. Miguel sabía que era hombre muerto al decir lo que no podía callar, la mujer de Franco, Carmen Polo, agarró a Unamuno que moriría meses después de muerte natural, si el dolor de ver a la patria asesinándose, puede considerarse natural, y diciendo «Creo que debemos irnos D. Miguel». Le acompañó al coche y le salvó la vida.

Vencerán, pero no convencerán»

Años antes con su artículo «El error Berenger» y la última frase de este: «Delenda Monachia est», Jose Ortega y Gasset, el filosofo sentenciaba el Réfimen y todos sabían que una de las cabezas más importantes que había dado a Europa el siglo, no habla de ciertas cosas sin mesura… 5 meses más tarde el Rey abandonaba España y se producía un golpe de estado incruento al que nadie se opuso de manera que, en la Casa de Correos Niceto Alcalá Zamora, a quien acompañaban todos los golpistas moderados, izó en balcón aquella bandera de división que fue la tricolor.

Hoy se oye hablar de «vieja y nueva política» y de «fin del Régimen», son todas expresiones de Ortega, al frente del periódico de su familia. Pero Ortega era sobre todo -y en esto me es tan próximo- el estudiante cum laude de Maburgo que se codeaba con lo post-kantiano y que despreciaba desde fuera su país como un país inculto, infecundo y rancio. Y atrasado. Sin embargo, de vuelta a España, Ortega respira lo español y se estremece, porque reconoce una vitalidad que no entiende. Luego llegarían los «best sellers» «La Rebelión de las  masas» y «La España Invertebrada» Todo está escrito hasta el punto de que cuando le preguntaron por la solución al «problema Catalán», contestó que se solucionaba «aprendiendo a vivir con él».

«No era esto, no era esto», fue su otro artículo, el que pondría fin a una República nacida revolucionaria -lo que no le parecía mal- pero, además, liberticida de camino hacia lo marcado por Stalin.

Pero me precipito… estamos en el 14 y asoma otra guerra primigenia de todo lo que había de venir.  Y estamos ante su primer pie en donde se haría inmenso, creando dos conceptos que servidor no sabe aún quién ha refutado: me refiero al raciovitalismo, o la Razón Vital, frente a la muerta Razón Pura, y como derivada, el «perspectivismo» que la ciencia hoy ratfica con la Teoría de la Realividad y con la Física Cuántica.

Y, luego, sobre todo, está su prosa brava y bella. Y clarísima, como un manantial primerizo.