«Mi Lucha» de Antonia San Juan: «Gran teatro, servido como entretenimiento»!

Cartel de Mi Lucha de Antonia San Juan Mi Lucha, de Antonia San Juan, sobre personas, más que personajes.

«Mi lucha», no es la lucha de Antonia San Juan, sino la de cada una de las «personas» que pueblan la obra. ¿Personajes? No. Ese es uno de los primeros aciertos del espectáculo… no hay personajes, sino teatro y vida. La Vida la pone San Juan en los textos de otras vidas. Esa es la magia del actor. «Mi lucha» es, tambien, la obra más acabada, mejor dirigida y menos amarga de «La Agrado» que es -también- Antonia San Juan en otra vida. Con ella empieza el espectáculo, una de las personas más amables de las que desfilarán por el escenario a lo largo de 90 agotadores minutos, en los que se te golpea en un ejercicio de potencia física descomunal. Hay mucho trabajo de gimnasio, de alimentación, y de cosa sobrehumana. Por supuesto que San Juan no pertenece a este mundo, es una artista enorme, ha creado y ha transcendido.

Me explico. Hay un número -ojo spolier- en el que Antonia cruza de lado a lado el escenario recitando los platos y descripciones imposibles de la nueva cocina -incluso se menciona el Bulli, creo recordar-. Va de punta a punta mirando al frente -y dando hombro al espectador-, tirando el texto con una precisión que sólo la máquia humana puede tener. Ella no ve la proyección de los platos en la pantalla, con lo que, en realidad, es una danza lo que hace, en la que, en alguna parte de su cerebro, cuenta y mide el tiempo, en una sincronía que es pura modernidad. Es uno de los momentos cumbre del espectáculo. Un momento en el que San Juan dá Gran Teatro, a un público que ha venido a ver otra cosa. Frente a la estupidización general de «lo español» -o pretencioso o zafio-, aquí se educa al público. Lo de Gas, y otros animalarios, es propaganda y traición a su propio talento; esto es Valle, rabia de la Pisabien y mucho trabajo y conocimiento de los clásicos.

El público -¡el público!- «mucho de mi público es gay, los gays me han puesto aquí»– dice, cito de memoria, en un momento, para luego preguntar a bocajarro  en otro: «de los heterosexuales que quedan, ¿cuantos se han ido de putas?», uno levanta la mano (¡!), pero a Antonia no le cuadra el número y posterga la pregunta para una conversación más intima entre marido y mujer, entre novio y novia, para más tarde. El público -decía, que me disperso-, aplaude, rie, llora, y, creo, se incomoda a veces de forma sana y curativa.

Al final «standing ovation» -todo el teatro puesto en pie-, «de nuevo» piensa uno. «Personas» como la alcólica de en la piscina de su cuñada, crean momentos de «interpretación» y creación de personaje que uno reconoce en grandes actores internacionales. Su intento de levantarse -dos veces- de la tumbona para «ayudar», se inician con un movimiento nuevo -o no visto creo yo- del borracho que lo intenta, sin intentarlo, en un equilibrio imposible, que termina con una derrota que le hace volver a caer en la hamaca para pedir un nuevo gin-tonic. Es una belleza, la transformación de lo construmbrista -lo más constumbrista- en un instante de lo sublime. Por supuesto, cada uno en el público lee a su nivel el trabajo de la actriz.

Y al terminar la obra, sucedió la obra. Fui acompañado por un amigo de 20 años, Alejadro Maestra, inteligente, creativo, inmerso en lo que «está pasando», que no había estado en el teatro desde su niñez; entró frio, asistió -creo- algo perplejo a la obra y salió conmocionado: «Es que esto es distinto…, es otra cosa«. Ese es el triunfo del trabajo de Antonia San Juan, del de todo artista de verdad, la transformación social desde la persona. Como el concierto en directo, más aún quizá por la desnudez del intérprete al quedarse desnudo de la música, el teatro, el buen teatro,  es tan cercano, tan vunerable, tan en el filo, que se ha convertido en uno de los últimos espacios del Hombre, no ya frente a lo digital, sino frente a lo analógico o, incluso, a lo «mediado» a secas. El teatro, es vida y en él no cabe la mentira y, por eso, en gran medida, el teatro es uno de los grandes, grandes reductos de lo humano.

OBRA: Mi Lucha.

INTERPRENTACIÓN: Antonia San Juan

DIRECCIÓN: Antonia San Juan

TEXTO: Félix Sabroso, Antonia San Juan, selección de textos de autores como Arthur Koppit.

SALA: BARTS

Avenida del Paral.lel, 62 (Barcelona) Ver mapa

DURACIÓN: 90 minutos

Sábado 01/10 21:00h Sala BARTS
Domingo 02/10 19:30h Sala BARTS