Crítica e Ignorancia: What happened Mss Simone?

N

ina Simone es mi artista favorita «ever», junto con Montserrat Caballé y Mayte Martin -ya, una mezcla desquiciada-. Y sí, también, Rumba 3, por añadir uno más, porque la calidad puede «vender» alegría. Las primeras tiran más a la melancolía y a «jardines» que uno recuerda más, que los momentos en los que simplemente fue feliz bailando una rumba hecha para hacer feliz. Pero adelanto que de música yo no se nada. De cine algo. Pero poco. De danza más… De hecho, cuanto más ignoro de algo, más se. Ayer vi «What Happened, Mss Simone» que tiene un 7,9 en IMDB (aquí), -yo le doy un 5- dirigida por Liz Garbus -Bobby Fisher Against the World (2011), The Farm: Angola, USA (1998)- y ahora esta, un poco de mecánica, un poco de -punto de arroz- y poquito más (que yo haya visto). No se nada de Liz Garbus, vaya por delante. Pero «Rumba Tres, ida y vuelta» y Amy me gustaron más.

Nina Simone fue una niña negra a la que unas blancas le dieron clases de piano y luego le pagaron estudios en Juilliard en NY para acabar, finalmente, siendo rechazada en el Curtis Institute -se cree, o ella lo creyó así- más por ser negra que por su «mano» con Bach que, según todos los indicios, la tenía.

Naturalmente no sabemos que hubiera sido de su carrera como intérprete de música clásica si hubiera nacido en Marte en lugar de los Estados Unidos de América, pero esa especulación entraría ya dentro del género de la música-ficción (género que si no existe se podría crear) y no el de “documental” que es como la Sra, Garbuz presenta su cinta.

Nina Simone Doc 1Yo el género documental, lo veo muy como de IMAX o como cosa televisiva, salvo en rarísimas ocasiones. Cuanto pesa su edificio Mr. Foster” de Carlos Carcas, Norberto López Amado o, «Man on the Wire« (7,9 en IMBD -la simple comparación es un chiste-) de James Masrsh. En este último caso y en el de “Rumba Tres… « la cosa es que son casi películas o son películas directamente «disfrazadas» de género documental.

¿Y en qué se diferencia un documental de una película? Me preguntan ustedes muy en su derecho. Y ahí, claro, está la madre del cordero. Yo no tengo ninguna autoridad para repartir definiciones. Creo, si acaso, eso sí, que en la idea inicial del guionista o del productor. Pero luego, las cosas creativas te salen lo que te salen y donde pusiste un “Perro Andaluz”, te sale ya no el surrealismo, sino un Oscar un día, a una cosa que era otra. Dudoso.

La “cosa”, para mí, es el “alma” de la cinta, película, documental o relato de no ficción; eso con lo que salgo cuando salgo del cine. O de Netflix en este caso. Y “What happened Mss Simone?” se transforma en esto del “alma” en “What happened Mss Garbuz?” “¿What the Goddamm happened?”

Y me la bebí, como se bebe uno la piel del amante en la que sabe será la última noche

Escuché una por primera vez a Nina Simone en un disco –desechado- que me regaló un amigo. Y me la bebí, como se bebe uno la piel del amante en la que se sabe será la última noche, o como se bebe uno a la abuela que se empieza a irse ya o, sin más –tampoco hay que ponerse estupendos- como se bebe uno lo que se siente como la última tarde del verano… del Summertime. Ahí descubrí Nina Simone 1los registros inexplicables de una voz capaz de cambiar de clave varias veces en la misma canción. –Esto lo dice la Sra. Simone, no yo que no sabría que ha pasado más allá de que “algo” grande ha pasado. Luego uno escucha lo “comercial” tipo “I love you Porgi” y, finalmente uno se despeña por “Don´t smoke in bed”, “Wild is the wind”, “Little girl blue” y, claro “Strange Fruit”. ¡Strange Fruit! Goddamm. Mississippi Goddamm!!

Y “The Other Woman”, “Last Year Roses” y…

No. No recuerdo el año. Vivía en Nueva York ya sin ser consciente de que vivía allí. pasaba los días como un neoyorquino más, struggling… sobreviviendo, pero viviendo al 2.000 por 100 cada diástole de la ciudad, cuando un amigo “X” blanco, el mismo que me había regalado el disco, me dijo que Nina Simone actuaba en el Beacon y que tenía entradas. Eso para mí es como si me dicen que han conseguido que Jackson Pollock se ponga a la guija y que pregunta por mí. Quiero decir “El Beacon!”. The Beacon Theater. El templo.

nina_hpos

Bueno ella había tocado en el Carnegie Hall, pero nunca le dio importancia porque no había tocado Bach.

«Strange Fruit»

Southern trees
Bear strange fruit
Blood on the leaves
And blood at the roots
Black bodies Swinging
in the southern breeze
Strange fruit hangin’
From the poplar trees
Pastoral scene Of
the gallant south
Them big bulging eyes
And the twisted mouth
Scent of magnolia
Clean and fresh
Then the sudden smell
Of burnin’ flesh
Here is a fruit
For the crows to pluck
For the rain to gather
For the wind to suck
For the sun to rot
For the leaves to drop
Here is Strange and bitter crop

 

«Fruta extraña»

Árboles del sur
Portan una fruta extraña
Sangre en las hojas
Y en las raíces
cuerpos negros
Balanceo en la brisa sureña
Extraña fruta colgando
De los álamos
Escena pastoral
En el Sur galante
Grandes ojos saltones
y la boca torcida
Perfume de magnolia
Limpio y fresco
Y, en seguida,
el repentino olor
a carne quemada
Aquí está, una fruta
Para que los cuervos arranquen
Para que la lluvia arrastre
para que el viento absorba
para que el sol reseque
Para que las hojas derramen
aqui está extraña y amarga cosecha

 

Estaba “el todo Nueva York” podríamos decir. Dos butacas a mi izquierda estaba Liz, la manager de Madonna… TODO el mundo estaba. Nina había renunciado a la nacionalidad Norteamericana por la postura del país en el asunto de los “Civil Rights”… Derechos Civiles… es decir, que un negro pudiera servir a su país en la armada en otro lugar que las cocinas como fue el caso durante la II Guerra Mundial. Se había ido y no había vuelto a tocan “in the City”. Para aquel día, su fama ya la precedía, pero sabíamos todos que rompía uno de sus tabúes, actuar en Manhattan.

La estrella se hacía esperar. Quince minutos, veinte, treinta ¡una hora!. Nina era ya famosa por cabrearse con alguien de la audiencia que no guardaba silencio e irse en medio del concierto para no volver. El público, de todas formas, consideraba que ya era demasiado… protestaban… Pero lo justito.

Y entonces apareció ella. Voilá.

… Gorda, apenas podía andar, bebida o no, I don´t know, con una vara de magia de hechicero africano. Aplausos. Ella continuó hacia el centro del escenario. Y allí se paró. Poco a poco se fue haciendo el silencio. Ella muda, ni una palabra, los brazos caídos: nada. Sólo ella, allí. Y entonces, cuando el silencio era como un cuchillo recién afilado para cortar la madrugada, empezó a hacer oscilar hacia adelante y hacia atrás su mano con aquel “plumero” mágico. Atrás, adelante, atrás, adelante… con un semicírculo cada vez mayor. Y entonces dio una vuelta. Un circulo. Y otro. Y otro, y otro, y otro, cada vez más y más rápido. Y más, y MAS… parecía que el hombro se le iba a dislocar. La gente empezó a bramar. Esa es la palabra correcta. Aquella vara y la audiencia eran una misma cosa. No había pronunciado ni una sola palabra y entonces, de repente… lo detuvo, en alto, con un golpe seco; y se hizo en la sala simultáneamente un silencio absoluto. Se dio la vuelta, cansada, como una vieja anciana, sin el glamour de los tiempos de París, sólo -«sólo»- con una túnica africana y se dirigió al fondo. Hacia su piano. Creo que se podía oír el sonido de los pasos de sus pies descalzos sobre el escenario. Sobre la tierra misma de África apelmazada con la sangre de todos los esclavos del Faraón, y con el susurro pesado de los antílopes viejos. Se sentó. Lentamente, colocó el micrófono y las manos cayeron, de pronto,  sobre las teclas como cae la lluvia sobre los campos secos, como sopla el viento sobre la sabana antes de que el león de muerte a la gacela, como cae la muerte, en un instante, sobre la persona que amamos.

A mitad de canción se oyó a una adolescente gritar –“Nina we love you!”- y ella dejó caer un “Yeah Right”, -si claro-, hubo carcajadas, pero no había sonado realmente cínica. De pronto, dejó de tocar y preguntó sin mirar al público: “¿Cuánto hace que no toco aquí? ¿Quiero decir,  cuentos, cuantos años? Se oyó un “10 años”, luego un “12!” finalmente un “14!”. “¿Catorce?” dijo volviendo lentamente la cabeza hacia la persona que había dicho la cifra. Tras un momento ensimismada, dijo “14 años”, “¿de verdad?” “ha sido tanto?” Sonaba triste. Y  entonces, de golpe, levantándose del piano dijo “Ahora voy a cantar a capella” y se dirigió en medio de un silencio religioso hacia la embocadura del escenario y comenzó a cantar “the Other Women”. A capella. Puro Bach. Al acabar el teatro se vino abajo. A mí me dolían las manos de aplaudir, a todos nos dolían, pero cuando unos bajaban el ritmo, otros, agotados, lo retomábamos. Estaríamos así 10 minutos. Ella nos miraba. Todo era verdad. Lo cuento porque lo ví, porque lo viví, porque yo estuve allí. Con ella.

El día del estreno del documental de Rumba Tres, después de lo que habíamos visto, me pareció “inasumible” esa sería la palabra, que los tres “maestros” de la vida, subieran al escenario sin una “standing ovation”, una ovación con todo el mundo puesto de pie. En Nueva York la hubieran recibido. A veces no tienes que ser el mejor. Pero ellos lo fueron en lo suyo. A veces es suficiente con que seas de verdad, y ellos, y todos, lo habían sido en la película.

Creo que Nina Simone fue feliz aquella noche. Moriría pocos años después. Para mí lo fue todo: cuando quiero conectar con mi alma, puedo oír bajar con sus notas en “shsss, now, don´t explain to me, ya se que me engañas, calla” y bajar y bajar y bajar hasta tocar mi libertad. “¿Qué es para ti la libertad”? le preguntan en el documental. Y después de darle vueltas y decir que “un sentimiento» termina con un “no tener miedo”, “eso es la libertad, no tener miedo.” “Eso es”.

Simone participó en los movimientos por la dignidad de los negros que ella no perdió por un momento. Abusó de casi todo. Fue golpeada por su marido. Golpeó a su propia hija -«el problema, dice en el documental, es que Nina Simone era 24/7»-. Pero si vas a contar su vida, o si vas a tomar su nombre “en vano”, ten cuidado. Porque como dijo su íntimo amigo, el maricón, negro, y maestro ilimitado de las letras norteamericanas James Baldwing, “hacer sexo sin amor, es como enchufar una clavija en un enchufe sin corriente: hay roce, pero no contacto”

Mas o menos. Un 5. Y va sobrada.

“hacer sexo sin amor, es como enchufar una clavija en un enchufe sin corriente: hay roce, pero no contacto.

 

Rating: Unrated
Género: Documental
Dirigida por: Liz Garbus
Escrita por: Liz Garbus
Duración:
NetFlix – Official Site
 https://www.youtube.com/watch?v=tqbXOO3OiOs