Cosquillas para el cerebro: «One Breath Around the World»

El nuevo cortometraje de Les Films Engloutis -algo así como los films sumergidos- tiene una duración de 12 minutos y encapsula -otra posible traducción para Engloutis- sumerje al espectador en una especie de realismo surrealista, donde todo es conocido y, a mismo tiempo completamente nuevo.

El freediving -buceo bombona- ha dejado ya algunas imágenes que por sí mismas re-definieron los límites en la la representación de la relación del hombre con la naturaleza. Es el caso de «Johana», de la record mundial Johanna Nordblad. La filandesa descubrió su pasión por el agua helada y la apnea mientras realizaba un tratamiento para recuperarse de una lesión. Desde entonces el freediving ha producido imágenes excepcionalmente bellas que, a su vez, han inspirado a músicos para crear entornos sonoros llenos de un espíritu profundo de exploración y meditación.

One Breath Around the World -Una respiración al rededor del mundo-, da un paso más con un montaje brillante. Guillaome Néri, dirige y protagoniza el film que ha rodado en estrechisima colaboración con su mujer Julie Gautier, que se ocupa de la cámara y la fotografía. Guillaume Ferran está detrás de la banda sonora y Ben Nardini firma el montaje.

Quizá uno de los mayores aciertos de Néri es la incorporación de la fisicalidad -andar, tocar, impulsarse, agarrarse- propia de los espacios no sumergidos, a la belleza de las profundidades donde todo queda suspendido en un cierto estado de irrealidad que nunca rompe amarras por completo con la precariedad vital del freediving. Hay aciertos de montaje y fotografía enormes que deparan sorpresas en las transiciones de unas geografías marinas a otras. El acierto profundo -nunca mejor dicho- de One Breath Arround the World, está en la cinematografía, en la ambición de ir una paso más allá de la mera documentación de los hechos que, por pura definición, jamás podrián ser compartidos más que de una forma más superficial. Ver una experiencia y vivir una experiencia son cosas profundamente distitnas.

Hay en toda la pieza una recreación en el asombro y la meditación a la que induce que consigue convertir estos 12 minutos de inmersión en una fiesta auténtica fiesta para los sentidos: Cosquillas en el cerebro.

FUENTE: AEON